Soto Gabriel, el viejo escribano que garrapateasus memorias la noche antes de abandonar el Nuevo Reino de Castilla o morir rumboal puerto de Juan Ladrilleros no queda claro en la novela su destino final es el escriba clásico que se extingue furioso entre sus plumas y pergaminos en el Nuevo Mundo, con ansias de escribir «hechos y no mandatos». Fanático de Copérnico y Atahualpa, le duelen dos cosas de estar vivo: la posibilidad de no ver a su mujer convertirse en pez gorrón y a su esclavo pijao en mono tití y el no haber escrito en español el entrañable libro del significado de las palabras del Nuevo Reino de los Cielos; El Ameridiario, cuya metodología de escritura consistiría, según lo fantaseaba en España antes de su viaje a América, en banquetes servidos en cada una de las culturas visitadas en el continente donde buscó su propio Dorado: el Quipu del Ave de la Fortuna, la última voluntad del inca. Es el último custodio y protector de la leyenda de la Serpiente de piedra y del verdadero origen del Señor de los Milagros. He aquí su confesión, enterrada hace ya 450 años. Marca: Não Informado