Un día antes de cumplir su sesenta y seis cumpleaños, nuestro protagonista, el egocéntrico abogado Don Carlos Folla Doblado, despierta de un sueño, dándose cuenta que el tal sueño ¡Todavía con dudas!, no es el despertar del mismo. Acaso que sí ha despertadoposiblemente al otro lado de lo llamado vida, ¡Eso sí!, sin llegar a ver la tan mítica luz a la salida del túnel. El gran viaje en busca del horizonte inalcanzable, lo inicia en compañía de una enana, ésta está en la misma situación que él.«Emulando en sus grandes atrevidas aventuras,a Sancho y a don Quijote».Mientras dura la constante controvertida aventura andada a ciegas, se cuentan el uno al otro sus tristes y felices momentos vividos en sus ya dejadas vidas. Durante el camino en busca de lo que desde niños siempre les han profetizado, llamado «JUICIO FINAL».En el que serán juzgados según se hayan comportado en sus dejadas vidas anteriores «según lo establecido en la religión cristiana». Se encuentran durante su expectante andadura a centenares de inquilinos como ellos, todos en su totalidad coexistiendo conjuntamente sin ninguna forma de discrepancia en relación a su anterior religión practicada en sus vidas anteriores sin ninguna clase de enfrentamiento. El viaje no podía resultar de otra manera que estar colmado de un repertorio lleno de situaciones divertidas. En las que de igual manera, las halladas situaciones dramáticas son tratadas con abundante socarronería, ironía, sarcasmo y parodia. En el controvertido libro destaca: el alegato fundamentado en contra de las múltiples religiones. Que hasta en la llamada otra vida, los inventores de las absurdas religiones, desde que el hombre es hombre, nos han engañado y continúan engañándonos. Dando lugar a la aparición oportuna de dicho abogado. Y éste, sin manifestarse como cualquier anterior iluminado profeta raticuliniano, ¡Eso sí! Cargado de «ateísmo revolucionario», predica con la intención de hacer entender la no existencia de ninguna orden «papista». Y de forma veraz, pensando. «Con sencilla demostración», liberar a los llamados inquilinos, de las obligaciones más absurdas manifestadas en las religiones judeo-cristianas.
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