Casi inevitablemente, en este punto se inicia un análisis acerca de qué es y qué no un haiku, se explica la correcta escritura y se atiende al interés despertado en Occidente por esta forma de expresión. Se citan los nombres de quienes, en algún momento, la han delectado, desde Borges y Cohen a la generación beat. Luego se hace un estudio de varios autores originarios y se termina casi sentenciando que todo poeta debería escribir haiku como parte de su acervo. No estoy de acuerdo con esos prólogos. Igual derecho a ese proselitismo de los haiku tendría yo para decir que los nipones habrían de practicar las estrofas manriqueñas o las quintillas. La aceptación de tal afirmación factual implicaría que todos deberíamos atender también a las sagas vikingas, los cantos tribales africanos y piel roja y tildar de incultos a Quevedo, Shakespeare, Whitman o Dante por no haber escrito haiku. Marca: Não Informado